Ésta mañana he recibido un mail de Ginés. En algún lugar de Armenia Chechu leyó ésta entrevista y se la envió pensando que a mi podría interesarme. Se trata de una entrevista al escritor Christian Salmon, que recientemente ha publicado el libro Kate Moss Machine (Ed. Península), en el que a partir de la figura de la modelo genera un estudio sociológico. El escritor francés nos habla de la Kate-fenómeno, la creada por los periodistas, por el consumismo y nuestra necesidad de crear iconos.
Independientemente de que ella forme parte de la cultura de masas y lejos de interesarme en que drogas está puesta o cómo es su nuevo novio, Kate forma parte de mi iconografía personal. Me da igual que sea cool o no, odio el boho-chic, el glamour del que hablan los periodistas de moda no lo entiendo y no sé si me horrorizan más las revistas que te aleccionan sobre estilo o las de cotilleo. Kate tiene algo que va más allá. Siempre fue una criatura inexplicablemente especial. Y cómo ha pasado tantas veces en la historia de la cultura pop, creamos una sombra divina e inventada encima de éste tipo de personas que acaba convirtiéndose en una carga que sólo algunas soportan. Kate por suerte es una de ellas. Cómo lo fue Paul Newman o lo es Patti Smith si queréis. La Kate que todos conocemos es un espejismo muerto, la verdadera sea cómo sea es una superviviente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario